Muchas gracias a aquellas personas que me han comentado los fallos que le ven. Sobre el asunto de las descripciones, no lo voy a negar, es bastante pobre. Por desgracia trabajar con tantos datos e ideas y con un tiempo muy limitado consume mucho tiempo, y yo no tardo precisamente poco es escribir. Tal vez algún día me plantee seriamente redactarla entera de nuevo. Quién sabe.
Capítulo seis. ¿Tranquilidad?
Me
instalé en el interior del bosque, en Vallefresno, en una pequeña casa
que me permití gracias a mis esfuerzos como centinela. No era gran cosa,
pero era lo suficiente para una persona. Disfruté de la paz y la
tranquilidad, aunque no por muchos años.
Un par de siglos más tarde,
ya estaba saliendo con Jaran, un chico que conocía desde que era
pequeño y al que solía contarle historias cuando la escuadra
pasaba la noche en Astranaar. Recuerdo haber bromeado con él, sobre mi
edad y la suya, pero aún así no tuvo inconvenientes y fue él quien
accedió a comenzar una relación hasta que terminamos contrayendo
matrimonio.
De vez en cuando me tomaba el pelo, diciendo que
desde que dejé las centinelas, me había vuelto una blanda. Yo le
contradecía, pues no creía que fuera así. Sólo había que tener carácter
para que la gente que estuviera a tu cargo te respetara. Cuando él venía
con claras intenciones de tomarme el pelo, yo siempre se la devolvía con la misma broma, ''tengo más edad que tu madre''.
Tras el rito nupcial, se mudó
conmigo y con nuestros esfuerzos combinados, construimos y ampliamos la
casa, haciendo de ella un lugar realmente acogedor. Yo expresé mis
deseos de querer vivir en paz, por lo que sólo le dimos la localización
de nuestra casa a dos personas, a la hermana de Jaran y a mi hermano
Thilenarion.
El tiempo en su compañía pasó rápido, tanto que aún
tengo más ganas de él... pero los acontecimientos venideros cambiaron
todos nuestros planes. Aunque ya lo sabíamos tiempo atrás, cuando di a
luz a Isthas nuestra tranquilidad se fue por la puerta. Nunca me
consideré una buena madre, por lo que a cada rato viajábamos a ver a
Thil y pedirle consejo. Jaran aún era joven y aunque los dos podíamos
educar al pequeño perfectamente, nunca venía mal alguna recomendación y
más de alguien como mi hermano. Cuando se enteró de la noticia recuerdo
quitarle una lágrima de la mejilla.
-Sabía que sentarías la cabeza, pero no de tal manera.-
-¿Y
cómo esperabas que la sentara, Thil?- Le pregunté sonriendo, mientras
veía como sujetaba a mi pequeño y jugueteaba con sus manitas.
-Yo... bueno sí, sabía que estaba la posibilidad de que formaras una familia, y ...-
-¿Creías que viviría vieja y amargada, verdad?- Le interrumpí, bromeándole.
-Es
que... no sabía nada. No me mandaste ninguna carta cuando quedaste
embarazada. Y ahora, años más tarde, me apareces con un recién nacido
por la puerta, alegando que es tu hijo.-
Estuvimos mirándonos durante unos segundos, ambos sonrientes.
-Maleanorn,
sujeta al pequeño.- Le dijo a su hijo, el cual ya estaba convertido en
todo un hombre, y aprendiendo las sendas del druidismo.
- Claro,
padre.- Aunque lo cogió, parecía torpe. Era hijo único y no sabía cómo
tratar con los niños, aunque minutos más tarde, ya estaba jugueteando
con su primo.
Thil caminó hacia mí, y apoyó una mano sobre mi hombro, y otra sobre el de Jaran.
-Estoy orgulloso de ambos.- Dijo firmemente, mirándome primero a mí y luego a mi esposo.
-Oh, no te me pongas sentimental, Thil.- Bromeé, como siempre hacía con él y este tipo de situaciones.
-De
ti es de quien más orgulloso estoy, Ylh. No sólo conseguiste hacer lo
que realmente te apasionaba, sino que lo hacías bien. No es el mismo
orgullo que sentí cuando te graduaste. Este es diferente, porque por fin
he visto que tenemos un futuro por delante. Que somos una familia.-
Le
abracé cuando terminó de hablar y durante varios segundos estuve
pegada a su torso. Hacía tiempo que estaba alejada de Thil, pero mi amor
incondicional por él no había cambiado en absoluto.
-Mi casa es vuestra casa, Ylh. Y cualquier problema, no dudes en acudir a nosotros.-
-Lo mismo digo, Thil. -
Nuestra
estancia en su casa fue de un par de días, hasta que decidimos que era
hora de volver a Vallefresno y comenzar con nuestros planes de futuro.
Capítulo siete. Colapso.
Thilenarion
y su familia vinieron un par de veces a casa, buscando una tranquilidad
aún mayor. Era increíble pasar las épocas festivas con todos juntos, en
la mesa, riendo y contando anécdotas. Además, me encantaba ver cómo
año tras año, Isthas crecía, bajo el amparo y la guía de su primo
Maleanorn. Fue tal la amistad que desarrollaron, que cuando Isthas
cumplió los dos siglos, casi no pasaba por casa.
Ambos decidieron
estudiar y seguir sendas del druidismo y muy probablemente fue
influenciado por las historias y cuentos de Maleanorn. Si era lo que les
apasionaba, yo no era nadie para negárselo, al igual que hizo hermano
conmigo. Lo único que me molestaba era que estuviese semanas y meses
fuera de casa, aunque sabía que si los dos iban juntos, nada malo
ocurriría.
Podría decir que aquellos fueron los años más felices
de mi vida. Aquellos en los que no faltaron las caricias de Jaran, los
abrazos de Thil, el cariño de Isthas y el cómo me cuestionaba siempre
Maleanorn, cuando yo me aprovechaba para reirme de él. Pero nada es
eterno.
Cierto día me llegó una carta de las centinelas, una
misiva muy urgente. Probablemente Thil les hubiera dado mi dirección,
asustado de la urgencia de la misma. La abrí y comencé a leerla
detenidamente, mientras Jaran de brazos cruzados detrás mío me pedía
explicaciones.
-¿Y bien? ¿Qué dice la carta? ¿Lloran por volver a tenerte en las filas?-
Yo me giré hacia él, cabizbaja, porque ya sabía lo que iba a decirle nada más leerla .
-Unos seres están talando el bosque al este. Talando desmesuradamente y acabando con todo.-
-Será broma, ¿no? No creo que hayan llegado hasta aquí después de las medidas que tomó...-
-¿Crees que te bromearía con algo así, Jaran?- Dije llorando, más por la pena que sentía por el propio bosque que otra cosa.
-Eh, eh. Tranquilízate.- Me dijo abrazándome, mientras yo cerraba con fuerza el puño.
-Yo... yo...- Por desgracia no conseguía articular palabra, por la impotencia del momento.-
-Ve allá donde necesites ir, defiende lo que amas. Pero no te olvides que tienes que volver.- Dijo él, adelantándose a mí.
Yo
le miré tras unos segundos, después de secarme las lágrimas y me besó.
No recuerdo cuanto tiempo pasó, pero sé que durante el mismo, me
tranquilicé.
-Gracias por entenderme, Jaran.- Dije finalmente, tras separarnos.
-No debes de agradecer algo que tengo la obligación de hacer. No puedo impedirte nada, Ylh.-
-Ya, pero...-
-Las
palabras ahora mismo sobran. Sólo ve, no tardes y piensa en nosotros.-
Dijo interrumpiéndome, con una enorme sonrisa en el rostro.
-Despídete de mi parte de Isthas.-
-Tardará en volver. Así que apresúrate y vuelve antes que él, así no hará falta.-
Con
esas últimas palabras, me dirigí a mi cuarto y cogí mi vieja armadura
de centinela, junto a mi guja y arco. Esperaba no haber perdido la
práctica tras tantos siglos, aunque al recordar algunas anécdotas con la
escuadra, recuperé nuevamente los ánimos. No tardé en marcharme y ver
sin saberlo, casi por última vez mi hogar. Marché hasta Astranaar, se me
fue concedido un sable y partí hacia Nordrassil, donde me dieron las
pertinentes instrucciones.
-''Es mi Blog y me lo follo cuando quiero''.- Lo que quiere decir que publico lo que quiera y cuando quiera. Me gusta escribir, no siempre, pero cuando lo hago le pongo empeño. No abarco algo en concreto, por lo que para gustos, colores.
Entradas populares
-
Nunca he sido de Blogs, no lo voy a negar. Pero me he preguntado a mí mismo... ¿por qué no? Total, voy a publicar lo que yo quiero. Pero no...
-
Capítulo cuatro. El gran comienzo. Tal vez fueron demasiados los años que ejercí de centinela. Recuerdo que en mis primeros días, un...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario