Entradas populares

sábado, 24 de enero de 2015

Ylheria Alaplata. Capítulo 2 y 3.

 Capítulo dos. Los primeros pasos en el nuevo mundo.
Nunca supe de dónde salió aquel árbol gigante, mi entendimiento cuando era una cría, era muy reducido. Papá siempre me lo explicaba todo, pero ahora, no estaba. Hermano me explicó que  habíamos sido bendecidos por un ''amigo'' de la misma persona que había plantado el árbol. A pesar de que Thilenarion no me sacaba más de cincuenta años en aquel entonces... estaba convirtiéndose en un padre para mi, más que en mi propio hermano. Aunque él nunca aceptó que le llamara de esa manera. Sólo trató de hacerme ver el mundo con nuevos ojos, ser optimista, y aprender a vivir de la propia tierra.

-¿Hermano, por qué no hay ninguna mujer drui- druidra- dui-. Trataba de pronunciar bien la palabra, es más, recuerdo haberla aprendido ese mismo día.

-Vaya, así que hoy te han enseñado lo que es un druida.- Dijo con su afable sonrisa,  mientras acercaba una silla a la mía, para tomar asiento.

-¡Sí! ¡Me han explicado que los hombres más fuertes ahora son druidas!- Comenté bajo la completa ignorancia.

-Bueno... resulta que no todos pueden serlo. Hay gente que tiene más o menos potencial. Ser druida, significa estar en sintonía con la naturaleza. Con los animales, con todo lo que nos rodea. ¿Me entiendes?-.

Asentí rápidamente, atenta a sus explicaciones, sacudiendo la cabeza repetidas veces.

-Tú podrías ser druida perfectamente, pequeña. Lo llevas en la sangre. - Dijo posando sus dedos en mis párpados cerrados, con suma delicadeza.

-¿Cómo que lo llevo en la sangre?- Comenté extrañada por sus palabras. -Tú eres mi hermano, también podrías, ¿no?-.

-Sí, podría. Pero aunque todo el mundo desea dedicarse a ella, a mi en cambio es algo que no me atrae lo suficiente. Prefiero cuidar de mi hermanita y contarle historias.- Dijo sacudiéndome el pelo, con un tono bromista.

-¡Oye!- Comenté llevándome las manos a la cabeza, tratando de agarrarle.

-Esos ojos ámbar, Ylh. Esos ojos ámbar significa que tienes una gran conexión con la naturaleza. Suelen ser un augurio de que serás un druida de cualidades excelentes.-

-Pero me han explicado que las mujeres debemos de ser sacerdotisas y dedicarnos a otras labores. Que no podemos ser druidas. ¿Por qué?-

-Porque el mundo aún no está preparado para ver mujeres druidas. Ya llegará vuestro momento.- Comentaba mirándome fijamente, sonriente. -¿Quieres un consejo?-

-¡Claro!- Como siempre, estaba eufórica con sus enseñanzas.

-Elige tu propio camino. Que nadie te diga lo que debes hacer o no. Tú eliges lo que quieres y no otros.-

-¿Puedo hacerte una pregunta, hermano?-

-Las que quieras, pequeña.-

-¿Por qué no seguiste tú el camino del druidismo?-

El silencio prevaleció unos segundos que parecieron eternos. Parecía estar pensando bastante su respuesta, hasta que finalmente se decidió.

-Porque sentía la necesidad de cuidarte a ti, tú me necesitas más a mí que la naturaleza. Además, conlleva demasiadas responsabilidades, y siempre he sido un hombre de gustos simples.  -Comentó con toda su sinceridad. La verdad es que no llegué a entender su sacrificio hasta bien pasados los años. Cuando me terminé dando cuenta de todo.

Las primeras décadas tras el florecimiento de Nordrassil fueron los más amenos que pasamos, disponíamos de bastante tiempo libre y podíamos disfrutar el uno del otro. Pero como era de esperar, yo crecería, así como también lo haría mi curiosidad... Algún día tendría que explicármelo todo.





Capítulo tres. El sendero correcto.

Recuerdo que mi adolescencia estuvo plagada de emociones, pero también de un fuerte sentimiento de protección. Gracias a las enseñanzas de mi hermano, logré encontrar lo que verdaderamente me gustaba. Como era de esperar, rechazaron instruirme en el druidismo, por mi condición, según alegaron ellos. Ni si quiera discutí esa decisión. Decidí unirme a las centinelas, pero aquel proceso no sería de la noche a la mañana. Para proteger la naturaleza y defender nuestros bosques, necesitaba ser fuerte y nunca había entrenado en serio.

Pasé varios años entrenando y fortaleciendo el cuerpo, hasta que por fin me vi preparada para el examen de ingreso, el cual pasé sin dificultades. Pero no sólo necesitaba físico para aquel trabajo. Aunque me emocionaba, siempre había odiado estudiar, pero por desgracia no me quedó otro remedio.

En el tiempo que pasé en la academia, estudiamos la geografía de todo el continente, supervivencia básica, aprendimos a usar el arco, nuestras Gujas  y a utilizar el cuchillo. Los exámenes físicos una vez nos unimos, eran aún más duros que los de ingreso y al final de la instrucción, sólo quedábamos unas pocas, de las cientos que habíamos entrado en un principio.

Vestí con orgullo mi uniforme el primer día que me lo dieron y fui a casa con una sonrisa de oreja a oreja. Tras muchos años, había logrado algo en la vida de lo que sentirme orgullosa y de lo que hacerle sentir orgulloso a él. Toqué en la puerta, esperando que me abriera, para darle la sorpresa. Él era consciente de las horas que había gastado entrenando y estaría igual de contento.

-¡Tachán!- Extendí los brazos nada más abrió la puerta para recibirme.

-¿Pasaste las pruebas?- Me dijo mi hermano,  atónito.

-¡Sí!-  Grité yo dando un salto frente a él y abrazándole

-¡Eso es genial, Ylh! Te dije que si te esforzabas lo conseguirías. Y lo has hecho.-

-Gracias por todo, Thil.- Comenté casi susurrándole, aún pegada a él.

-No tienes nada que agradecerme.- Comentó humildemente.

-Siempre has estado ahí para mi y te has preocupado más de una enana que por ti mismo.-

-Era mi obligación como tu hermano.- 


-Por eso te lo agradezco. Fuera tu obligación o no, me dedicaste todo ese tiempo.- Comenté separándome de él.

-Bueno. Volviendo al tema, ¿Ahora qué harás?-

- De eso quería hablarte... Vengo a despedirme. No volveré en un tiempo.-

-¿Y eso?-

-Me han destinado a Vallefresno y no creo que salga de allí por mucho tiempo. -

-Comprendo... pero mira el lado positivo, ahora tienes un propósito en la vida. Además, el tiempo  es algo que por el momento nos sobra.-

-¿Puedo pedirte algo, Thil?-

-Lo que quieras.-

-¿Podrías... contarme lo de aquel día?- Comenté cabizbaja, y con un tono algo desanimado.

-Ya veo... supongo que algún día querrías saberlo. Entra y hablemos de ello, entonces.- Respondió el, tornando su sonrisa a un rostro serio e inexpresivo.

Los dos nos sentamos en la mesa de casa, uno frente al otro. Yo estaba nerviosa, pues siempre había querido saber lo sucedido y este era el momento. Thilenarion, en cambio parecía sereno, pues ya había superado aquello con el paso de los años. Aún así, no le gustaba tener que recordar pero hizo un esfuerzo, tomó aire profundamente un par de veces  y comenzó a hablar.

-Papá y mamá... No sé si recordarás mucho de ellos,  pero explicaré desde el principio.-

-Recuerdo los besos de mamá... y los cálidos abrazos de papá. Pero... no recuerdo sus rostros.-

Él dedicó una sonrisa algo forzada para esa situación y cruzó los dedos de sus manos, sobre la mesa.

-Papá era un hombre valiente, que no dudó en protegernos hasta el último momento. Mamá... ella era simplemente el amor personificado. Recuerdo que veló por nuestra seguridad hasta el final.
Supongo que aún recordarás nuestra casa a las afueras de Zin ' Azshari, bajo el manto de aquel árbol donde estaba el columpio, en el que te pasabas horas y horas balanceándote y riendo.-

-Sí... recuerdo que mamá solía empujarme por las tardes, cuando el sol ya se ocultaba tras la montaña.-

-Sí... allí teníamos un lago, muy parecido al que tenemos ahora. Lo que todos conocen por ''El pozo''. Ahora como bien sabes, está prohibido usar sus energías, pero en aquellos años, si se usó y en exceso, por un grupo reducido de los nuestros. Por lo visto, hicieron tratos con un ejército de demonios , que llegaron a la ciudad a través de una especie de portal. Tenían cuernos, y usaban una magia muy poderosa. Querían hacerse con nuestras tierras, y nosotros íbamos a impedírselo. Fue así como comenzó la guerra.

Papá se unió a la causa y de inmediato combatió en la guerra. No podía ver como sus hermanos morían. Además, si perdíamos aquella guerra, todos moriríamos.  ¿Recuerdas a Thylanus y Mytvaaenna?-

-A hermano no le recuerdo mucho... pero a Mytva sí. Recuerdo que me enseñó muchas cosas de pequeña.-

-Pues ellos siguieron el ejemplo de padre y se unieron a la causa también. Nunca había visto a hermana tan decidida en algo e incluso su mirada me asustó en aquel momento. Mamá por su parte, estuvo mucho tiempo con nosotros, mientras la guerra proseguía. Pero por desgracia, no soportó ver a su marido y sus hijos ir a la guerra, mientras ella se quedaba de brazos cruzados. Me dijo que te llevara al Oeste, que huyéramos allí mientras pudiéramos, que un grupo de refugiados de los nuestros estaban reunidos por el lugar. Tras dejarte a mi cargo marchó, para no volver.

Nunca tuve noticias de ellos. El portal de aquellos seres colapsó junto al pozo y originó un gran temblor que azotó al mundo. Fue lo que nos dividió en continentes y se llevó buena parte de la tierra al fondo del mar. En aquel momento, supe que estábamos tú y yo solos. Seguí con aquel grupo, hasta que llegó Cenarius, aclamado por todos junto a los Tempestira y Susurravientos. Eran considerados héroes, por acabar con los seres que trataron de aniquilarnos. Pero aquella guerra nos costó lágrimas, mucha sangre y nuestro hogar. Fue entonces cuando decidí seguirles y llegar hasta donde ahora estamos.-

Durante toda la explicación hablaba pausado y  me miraba fijamente. Él creía que no iba a perdonarle por haberles dejado ir, pero en cambio, me alegré por nosotros.

-Hiciste lo que madre dijo. Podías haberme abandonado a mi suerte y seguir su ejemplo. Ya estabas en edad de combatir. Pero aguantaste esos deseos y decidiste hacerte cargo de mí. ¿Y después dices que no tengo nada que agradecerte? Hermano, te debo la vida. No sé cómo has podido vivir todos estos años sin contarle ni una palabra a nadie y sin hablar de ello.-

-Bueno, llegó el momento y te lo acabo de contar. Ahora sabes la verdad y es algo que te acompañará de por vida. La ignorancia da la felicidad, Ylh. Y gracias a eso no viviste amargada, como yo lo estaba todos estos años.-

Me levanté de la silla, me acerqué a hermano, y le abracé con todas mis fuerzas. No sabía la presión a la que había estado sometido, ni que tuviera que guardar tal cúmulo de sentimientos durante tanto tiempo.

-No te defraudaré, hermano. Defenderé los bosques.-

4 comentarios:

  1. Me encanta el personaje del hermano!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. e.e

      Thil mola demasiado. A ver cuando se anima Carlos a continuar la historia. Anda que no le he dado la brasa ni ná, jajaja.

      Fíjate como será la cosa, que hasta me propuse crearme y rolear en la medida de lo posible a Ylh en Skyrim, jajaja.

      Eliminar
    2. Deja que acabe de publicarla y muy a lo mejor, me pienso en continuarla e.e

      Eliminar
    3. No sé yo, conociéndote, no sé yo... jajaja.

      Eliminar